miércoles, 18 de mayo de 2011

El aceite más caro del mundo llega en envase de cartón

Su precio, 130 euros en 500 mililitros, hizo de El Mil del Poaig, "el aceite más caro del mundo". Lanzado en 2008, la marca de aceite de oliva del Maestrat (Castellón) ha cosechado grandes éxitos en todo el mundo. La revista Time lo incluyó en la lista de los 100 mejores productos del año, la mítica galería Harrods de Londres organizó catas para sus clientes más exclusivos y su packaging en porcelana lo convirtió en pieza de lujo. Ahora, casi tres años después, El Poaig presenta El Verd del Poaig, una nueva edición de aceite de oliva extra virgen único. Procedente de olivos milenarios del área mediterránea del Maestrat, su composición se basa en la canetera, una valiosa variedad en extinción extremadamente rica en polifenoles. Cuentan sus creadores que contiene "los ingredientes de la eterna juventud". Con notas aromáticas a hierba cortada, nueces y almendras, el aceite se revela floral, intenso, ligeramente amargo y picante, dulce y fluido. Dicen quienes dominan las texturas del aceite que, tras seducir al olfato, sorprende al paladar por su suavidad y delicadeza. En un proceso de producción casi artesanal, El Verd del Poaig condensa tradición y tecnología en una nueva presentación de 250 cl.. Como valor añadido, la piel que viste y protege el producto es un nuevo diseño del estudio valenciano CuldeSac, un envase que respira leyenda en cerámica tradicional blanca. Según sus diseñadores está especialmente trazado para preservar sus propiedades, pero también para que "cada gota resbale lentamente por el dispensador, favoreciendo el retorno del aceite y su visualización emotiva". En contraste con el esbelto diseño de la botella, una estructura de láminas de cartón ligada con termo sellado cubre el alma del producto sin aplicar ningún tipo de adhesivo. Deshojando los pétalos de este exclusivo packaging descubrimos una nueva versión de El Poaig, en perfecto maridaje entre lujo accesible y sostenibilidad. Cartón, cerámica y aceite.. ElMundo.es (16.03.11)
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