Es plausible pensar que, con todo lo que está pasando en el mundo actualmente, intentar poner en marcha aplicaciones circulares de tipo económico y hablar y hablar sobre ello, es cuanto menos superficial, si no existen ayudas de por medio. Cierto es que la paralización económica es muy importante y profunda y que se está supliendo con un gasto público que tarde o temprano tenedremos que pagar la ciudadanía (el Estado), vía impuestos, lo cual no deja de ser preocupante para una activación del modelo económico y favorecer el camino a la inversión, sobre todo, de capital extranjero. Esto, guste o no, deberá ser así, por cuanto nuestro tejido empresarial (sobre todo PYMES y autónomos), va a quedar desmantelado, salvo lo que se pretenda es tranformar nuestro modelo económico y productivo de mercado, en otra cosa.
Si entrar en especulaciones políticas, que no es el caso, lo cierto es que a muchas empresas les hace falta una guía para poder transformarse en negocios circulares y ello no es fácil. Hay mucha filosofía en este campo y también muchas acciones que se han levado a cabo por grades empresas, fundamentalmente parciales, y por otras de corte emprendedora de las cuales, una buena parte han sucumbido en esta crisis. La circularidad no es la vacuna de la crisis, cualquiera que sea, sino un modo de producir y consumir distinto, más sostenible, pero dentro de un mercado global y, por tanto, sujeto al vaivén de la oferta y la demanda y de los precios,
Estas son las palabras y conceptos de siempre, comprensibles por organizaciones y empresarios medios y los propios consumidores, lejos de la nueva jerga del cambio que no hacen más que indicar algo que es lo de siempre, dando la sensación que es nuevo. No nos vayamos lejos, hay artículos que sistemáticamente repiten estos términos casi sin sentido, pero que quedan muy bien: resiliencia, cocreación, repensar, disrumpir, reinventar, transformar, facilitador... y o digamos ya, combinación de conceptos que los hacen muy interesantes y enfocados a esa nueva normalidad: ciencia ciudadana, inteligencia colectiva, facilitadores del cambio, contrato social, taller multiactor... Para mi gusto, aun estando de acuerdo de su empleo en ciertos ámbitos, esto no hace más que crear una brecha entre la ciudadanía media y las entidades y personas que las utilizan. Ciudadanía que por otro lado, somos todos/as y que lo que quiere es que se les resuelvan sus problemas de una manera eficaz, en principio, y clara, o lo que es lo mimo, bajarse al barro y trabajar verdaderamente para ello, lejos de ese prurito grandilocuente y de competición en diseñar y emplear nuevos conceptos con términos semánticos diversos.
Por ello, nuestra intención es contribuir a que cualquiera intente implementar los principios de la economía circular en su negocio o institución, de una manera sencilla y clara. Lógicamente, bajar a la casuística y problemática de los más complejos, requiere una labor especializada de consultoría y asesoramiento que no es objeto de la presente serie.
Los pasos para la implementación de una economía circular que veremos en siguientes entregas son los siguientes:
1º. Punto de partida. Saber de donde partimos. Es una empresa activa, o es una actividad de emprendimiento, se trata de un taller mecánico, se trata de reflotar una actividad, se trata de un/a autónomo/a que se ha quedado sin trabajo.... Como se ve, no puede existir una receta única para todos ellos y cada ente tendrá unos objetivos económicos distintos e incluso de mera supervivencia. Es muy importante conocer dónde estamos y lo que queremos, antes de emprender el camino.
2º. Implicación. Para poner en marcha una economía circular, tenemos que hacer todo lo posible para implicar a todas las personas colaboradoras, bien en una empresa activa (directivos/as, mandos intermedios, operarios/as...), bien en un proyecto desde cero. Hay que hacer partícipes del proyecto a todos/as y que crean en ello. Lo primero para cambiar, es querer cambiar.
3º. Asegurar el compromiso de la dirección o del financiador. Al igual que en el paso anterior, la dirección o los financiadores deben comprometerse e ilusionarse con el proceso de la economía circular.
4º. Definir un plan. Esta fase es compleja, por cuanto hay que asesorarse muy bien y contar con casos de éxito de referencia. Pasar de una economía lineal de una empresa a una circular, no es barato y requiere inversión y formación. Cualquier fallo del plan puede llevar al traste el proyecto. Es preferible ser modestos en el cambio, que abordar una transformación profunda. Más fácil, en cambio, es si se empieza de cero, dado que no hay fuertes compromisos con terceras personas o entidades.
5º. Definir y desarrollar el modelo de negocio. Es muy importante conocer el nicho de mercado que vamos a ocupar y las perspectivas de futuro. Plantear objetivos y aspiraciones discretas y cuantificables a corto y medio plazo son esenciales.
6º. Definir el proyecto circular. Este proyecto puede abarcar a un proceso-producto o bien a toda la actividad. Por supuesto, este proyecto hay que saber transmitirlo a todas las personas implicadas desde el principio, así como al propio mercado.
7º. Definir una estrategia de innovación en el modelo negocio-proceso-producto/servicio. Al final se tiene que ofertar un producto o servicio al mercado y ello conlleva a partir de ahora una clara apuesta por la innovación continua. Para ello va a ser muy importante la particiación activa en los procesos de diseño de aquellos, de los consumidores y usuarios y formación de alianzas diversas, que para el caso de PYMES y autónomos, han de ser lo menos costosas posibles.
8º. Transparencia y comunicación. Aspecto que debe estar alejado de la publicidad para no rozar el greenwashing. En este caso lo que se pretenderá es aportar memorias de sostenibilidad, información exacta en los productos, etiquetas y servicios para los consumidores que le den seguridad en su uso o consumo.
Con estos ocho pasos generales, se puede pasar a una economía circular por fases (a corto, medio y largo plazo). No se trata, por tanto, de forzar la máquina, sino de hacerla racional y asequible. El daño causado por esta crisis es mucho, duro y desalentador. Por ello, PYMES, autónomos, talleres, bares, cafeterías, hoteles, taxis..... van a necesitar de ayuda tanto económica como de asesoramiento. Empujemos todos/as en la misma dirección y no creemos más barreras de las que hay. Lo iremos viendo.