Desde 1988 se conoce la existencia de la isla de plástico en
el océano Pacífico norte, formada por toneladas de residuos que han sido arrastrados
por las corrientes y ocupan una extensión mínima estimada del tamaño de la
península ibérica. Debido a la degradación, el plástico se desintegra en
partículas pequeñas de baja densidad dispersas en la superficie del agua, lo
que dificulta enormemente su localización exacta o el seguimiento por satélite.
Debido al riesgo que supone para la flora y la fauna marina,
deteriorando su ecosistema y causando la muerte de animales por ingestión de
plásticos con el consiguiente peligro para la cadena trófica, en los últimos
años se han llevado a cabo varios proyectos para intentar limpiar el océano.