Más de 20.700 farmacias repartidas por todo el país poseen un punto Sigre para que los ciudadanos reciclen las cajas y envases vacíos o con medicamentos caducados.
Se estima que, cada año, los laboratorios farmacéuticos ponen en el mercado alrededor de 1.400 millones de envases de productos para el tratamiento, cura o prevención de alguna patología. El problema surge a la hora de deshacerse de ellos, especialmente cuando han caducado.
Contenedores
Desde 2001 existen lugares específicos de recogida en las farmacias, los denominados puntos Sigre (Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases del sector farmacéutico). Se trata de unos contenedores en los que se pueden depositar las cajas y los envases vacíos o que todavía contienen restos, y los que están caducados o no se necesitan.
Estos residuos son gestionados por Sigre Medicamento y Medio Ambiente, una entidad sin ánimo de lucro creada para garantizar la correcta gestión medioambiental de estos productos. Está constituida por las principales instituciones que representan a los agentes del sector: la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica (Farmaindustria), el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) y la Federación Nacional de Asociaciones de Mayoristas Distribuidores de Especialidades Farmacéuticas (FEDIFAR).
Los desechos recogidos en estos puntos son retirados por gestores autorizados para su transporte hasta la Planta de Clasificación de Residuos de Medicamentos de Cerceda (La Coruña), única instalación específica que existe en España, con una capacidad anual de 10.000 toneladas. Aquí se clasifican los envases por tipo de material (papel, cartón, aluminio, vidrio, plásticos) para su posterior recuperación.
Durante el proceso se separan los residuos considerados peligrosos (citotóxicos y citoestáticos), que requieren un tratamiento especial y diferenciado, y que son entregados a un gestor especializado para eliminarlos.
Hoy existen 20.767 puntos Sigre en las farmacias, a los que hay que añadir 277 laboratorios adheridos a la iniciativa, responsables de la comercialización de más del 99% de los envases del mercado español y 137 almacenes de distribución que participan en la logística en toda España.
El reciclado de medicamentos ascendió en 2010 a la cifra de 6,20 kilos de envases y restos caducados por cada 1.000 habitantes al mes. En 2009, el ratio fue de 5,99, lo que supone un incremento de la participación ciudadana del 3,51%.
Un aspecto importante para salvaguardar el medio ambiente de estos productos nocivos es la eliminación de los residuos ya generados. Una de las acciones que se podría poner en marcha es la mejora del sistema de depuración de aguas, para lo que se necesitaría una mayor inversión en tecnologías.
Ciertos residuos farmacéuticos pueden eliminarse con tratamientos físicos, como la adsorción y la volatilización; de degradación biológica, o químicos. Sin embargo, cada producto requiere un proceso bastante específico y exige soluciones individuales. Muchos de los métodos empleados en la eliminación originan productos de transformación que son más persistentes y móviles que los compuestos originales, algunos de los cuales también tienen una toxicidad similar o mayor.
Los expertos señalan que la ósmosis inversa (consiste en pasar el agua de un contenedor a otro a través de una membrana semipermeable) es una técnica que resultaría muy útil en las plantas potabilizadoras para liberar al agua potable de desechos de fármacos. En Cataluña ya se ha empezado a instalar depuradoras de última generación con membranas que eliminan estos contaminantes emergentes.
Una de las soluciones más evidentes al problema del impacto de los medicamentos en el medio ambiente es disminuir su consumo, limitándolo a cuando sea necesario a juicio del médico o del veterinario, además de hacerlo de acuerdo a la dosis, intervalo de tiempo y duración del tratamiento prescrito.
Receta biodegradable
Otra acción importante es, conforme exista mayor información derivada de estudios científicos, especificar en el etiquetado y las fichas técnicas información sobre su posible impacto ambiental y consejos de aplicación, lo que permitiría a los médicos y veterinarios una mejor evaluación del impacto ambiental potencial.
Por ejemplo, el ibuprofeno y el diclofenaco son dos antiinflamatorios, con la diferencia de que el primero se degrada mucho mejor. Por tanto, siempre que la tolerancia al fármaco del paciente lo permita y su efectividad sea similar, se podrían recetar aquellos que tengan una mayor biodegradación. Del mismo modo, sería interesante que se informara siempre en los prospectos de las peculiaridades de almacenamiento y eliminación del producto.
Fuente: LaVerdad.es (03/01/2012)