La industria del poliestireno expandido o “corcho blanco” apuesta por el reciclaje y la valorización energética de este material, frente a su vertido.
La gestión de envases en España es un claro ejemplo de éxito. Desde que en 1997 Ecoembes comenzara su andadura, reciclando ese año un 5% de los envases producidos, hasta el 68,3% actual, se ha conseguido un sistema efectivo que supera los objetivos nacionales marcados por la normativa actual. La colaboración de todos los agentes implicados en la fabricación de envases y embalajes ha sido una pieza fundamental, siendo la industria transformadora de poliestireno expandido (EPS) uno de ellos.Desde hace más de 15 años, el sector del EPS ha fijado entre sus objetivos el desarrollo de instrumentos que garantizaran la correcta gestión del residuo derivado de sus diversas aplicaciones. Gracias al compromiso de la industria, en la actualidad los envases y embalajes de EPS una vez finalizado su uso, tienen asegurada una gestión eficiente, cerrándose el ciclo de vida del producto.
Los envases y embalajes de EPS se caracterizan por ser muy ligeros y versátiles; además garantizan la conservación del producto en unas condiciones óptimas de higiene y su gran capacidad de aislamiento térmico previene de daños a la calidad del producto contenido. No se puede olvidar tampoco que su resistencia a la humedad y alta capacidad de protección han posicionado al poliestireno expandido como un material líder en el sector del packaging.
Sin embargo, su ligereza y gran capacidad de adaptación han sido también las dos características que han supuesto un reto a la hora de gestionar sus residuos. Los desechos de envase y embalaje de EPS generalmente presentan un gran volumen y bajo peso, lo cual ha delimitado mucho su logística de transporte y gestión.
Conscientes de esta peculiaridad del material, el sector ha centrado sus esfuerzos en lograr una gestión eficiente de sus residuos, identificando para ello todas las vías posibles de tratamiento del mismo: desde el reciclado mecánico para su posterior introducción en el proceso productivo, pasando por la producción de nuevos materiales que sirven de materia prima para nuevos productos (por ejemplo CD), hasta la valorización energética de la fracción residuo no aprovechable.
Vertederos saturados
En el caso de España, la valorización energética no es una opción a considerar en muchas regiones. El resultado se ha traducido en un gran número de vertederos prácticamente saturados donde se han ido depositando residuos a lo largo de muchas décadas, perdiéndose así un recurso muy valioso en términos de materia prima y/o energía.
En el caso de la fracción de residuos plásticos no aprovechables que va a vertedero, la situación es especialmente grave, precisamente por la pérdida en términos energéticos que supone. Por ejemplo, un kilogramo de residuo de EPS equivale a 1,4 litros de combustible fósil, siendo similar su poder calorífico al del gas natural.
Este caso es el mismo para el resto de la fracción de residuo final plástico no aprovechable. Por este motivo, la industria considera que la valorización energética debe tenerse en cuenta para lograr una gestión eficiente de los residuos antes que el vertedero. La tecnología existente en la actualidad y los fuertes controles realizados en el proceso incineración garantizan la protección del medio ambiente y la salud de las personas, especialmente en lo relativo a la emisión de sustancias tóxicas.
Los países europeos que presentan una tasa de recuperación y aprovechamiento de los residuos más eficiente y sostenible, cuentan con la valoración energética como la opción final a utilizar para lograr una gestión y aprovechamiento efectivo del recurso residuo.
Sin embargo, es importante destacar que la valorización deberá ser una opción a considerar cuando la reutilización o reciclado del residuo no sea posible, atendiendo a la jerarquía de gestión de residuos de la Directiva Marco y la normativa estatal.
Los residuos de EPS presentan diversas opciones de reciclado, eliminándose así la fase de producción de materia prima, principal fuente de consumo de energía y recursos en la ciclo de vida de cualquier envase/embalaje.
No hay que olvidar tampoco que los envases de EPS tienen una fracción mínima de materia prima (2%), siendo el 98% restante aire, minimizándose aún más por tanto la cantidad de materia prima que se utiliza en su fabricación respecto a otros materiales de envase/embalaje. Además, su bajo peso, hace que el transporte de productos embalados con EPS sea más eficiente, minimizándose así las emisiones de CO2 derivadas de su logística.
Centros ECO-EPS
En España, la industria transformadora de EPS ha desarrollado una iniciativa pionera, la constitución de una red de Centros ECO-EPS para la recogida, tratamiento y reintroducción de los residuos de EPS limpio en la cadena de producción.
Además, como soporte adicional, se está desarrollando una red de información pública con el fin de identificar a todos los agentes que tratan residuos de poliestireno expandido y el tratamiento que se les da.
La fracción de residuos de envase y embalaje de origen doméstico puede depositarse en los contenedores amarillos destinados al plástico. También pueden ser entregados en los puntos limpios o centros de recogida convenidos con distintas organizaciones públicas y mercantiles para realizar el acopio de este material.
En definitiva, todos los flujos de residuos de EPS están cubiertos, tanto los derivados del uso doméstico, a través del Sistema Integrado de Gestión Ecoembes, como los provenientes del flujo industrial. De esta manera, se garantiza por orden de prioridad su reciclado, bien mecánico o de otro tipo, o si no su valorización energética, evitándose así en todo momento el vertido.
Fuente: Infoambiental