lunes, 11 de mayo de 2015

Día del Reciclaje 2015: ideas claras

Todos los años, el 17 de mayo, celebramos el Día del Reciclaje. Cada vez se usa más esta palabra en todos los ámbitos sociales y se ha extendido su uso de manera no poco desmesurada, sobre todo en su utilidad para denostar o atacar determinadas acciones de la vida cotidiana.





El Diccionario de a Real Academia de la Lengua Española, asocia la palabra "reciclaje" con "reciclamiento" siendo ésta última la "acción y efecto de reciclar" , aunque ambos coinciden con el término en inglés "Recycling". Es decir, tendríamos que estar hablando realmente del "Día del reciclamiento", pero claro, esto suena bastante mal.

Si vamos un poco más allá, "Reciclar" tiene varias acepciones:
  1. Someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar.
  2. Dar formación complementaria a profesionales o técnicos para que amplíen y pongan al día sus conocimientos.
  3.  Dar una nueva formación a profesionales o técnicos para que actúen en otra especialidad.
  4. Tecnol. Someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de este.



Fuente: www.ecoembes.com

Sobre la primera acepción, que caracteriza al mundo de los residuos, decir que es uno de esos conceptos en los que todo el mundo tiene las ideas muy claras de lo que es, hasta que empieza a practicarlo, sin tener en cuenta el contexto de gestión en el que se mueve el sistema. La definición anterior por sí misma, no muestra lo complejo del sistema en el que interviene el fabricante de un producto o envase, el consumidor, los distribuidores y comerciantes, los ayuntamientos, las comunidades autónomas, los recicladores y los sistemas integrados de gestión que coordinan todo ello, según los materiales a recuperar (Envases ligeros y de papel y cartón, vidrio, medicamentos caducados, etc). Y de todo ello no responde más que una legislación, aceptada por todos nosotros a través de nuestros representantes democráticamente elegidos.

Fuente: www.amarilloverdeyazul.com

La percepción del público en general es variada y a veces limitada. Limitada en el sentido de percepción, es decir, el reciclaje se traduce en unas bolsas más en nuestro domicilio, unos contenedores en la calle, a veces desbordados, sucios y sometidos a crítica de dejadez y de mala utilización de mis impuestos, a una recogida y, finalmente, que se supone algo bueno para el medio ambiente. No digamos ya, lo influenciable de diversos sectores sociales de la población cuando a través de las redes sociales y determinada prensa, se critica tal o cual sistema y se genera una mala comprensión sobre lo que se puede o no reciclar, generando confusión, malestar y buscando dejadez en el deber cívico y ambiental de reciclar. Todo es y debe ser, mucho más sencillo y dejar de intoxicar a las personas con críticas que no llevan a ninguna parte o porque hay intereses desconocidos detrás de ellas es esencial y allá cada cual con su responsabilidad, si no respeta este principio básico de convivencia, que no debería enmascararse bajo el principio de la libertad de expresión.

Hay un principio económico universal que trasciende a lo ambiental y no es otro que una material solo es reciclable cuando desde el punto de vista económico, de costes, es menor que la extracción y transformación de la materia prima original. Por tanto, el reciclaje responde a tres razones: altruistas, económicas y legales.

Altruísta porque responde a un interés general, a costa del particular, por la protección del medio ambiente y la conservación de los recursos, de ahí que los sistemas integrados de gestión, sean entidades "sin ánimo de lucro". Este concepto es claro y está definido en nuestro ordenamiento jurídico y no es más que la empresa u organización no tiene por finalidad obtener beneficios económicos de su actividad y repartir dividendos, sino que persigue conseguir unos fines altruístas, sociales o comunitarios a través de los excedentes económicos que obtenga por diferencia de ingresos (tasados en función de su actividad por estatutos fundacionales) y gastos de funcionamiento, pudiendo quedar esos excedentes en todo o en parte, como reservas para el siguiente ejercicio.

Económicas por el coste evitado por verter esos residuos y perder material o recursos útiles, además del coste ambiental de la extracción y preparación de la materia prima para fabricar un producto con ese material. Estas razones económicas, tangibles e intangibles, son las que hoy en día han hecho que el reciclaje sea una estrategia para la sostenibilidad ambiental y de la que nunca se podrá prescindir.

Legales, porque al final, lo que se debe es forzar a las conductas laxas a que cumplan con los requerimientos ambientales y utilicen sistemas de gestión alternativos a la propia eliminación del residuo. Para ello no sólo se utilizan las responsabilidades civiles y/o penales que marcan las leyes, sino también la aplicación de tasas, cánones y no tanto incentivos, procurando potenciar los sistemas colectivos actuales para que sigan creciendo antes de introducir cambios drásticos que afecten a las conductas de los ciudadanos, y que generen más distorsión que cohesión.

La clave fundamental del reciclaje es hacer una separación en origen correcta, y ésta se basa en 5 conceptos: publicidad, conveniencia, contenerización, costes y constancia.

Fuente: www.ecoembes.es

Publicidad: La separación en origen sólo es posible si la comunidad quiere o está predispuesta. Esto sólo se consigue a base de comunicación y concienciación, en definitiva, educación ambiental. Los costes en esta materia no son gastos, son inversiones a futuro y es una cosa que hay que hacer a través de anuncios en la televisión, radio, programas especiales, vallas publicitarias, certámenes especiales, conciertos, actividades en colegios, actividades formativas en todos los niveles y un largo etcétera de ideas al respecto. Invertir en educación, es invertir en futuro y esto es una faceta más que debe permitir el sistema de gestión.

Conveniencia: Significa que los gestores de los residuos en todos los niveles, deben incidir más en los beneficios ambientales del reciclaje que en la facilidad del propio sistema. La población en general debe concienciarse que el reciclaje en sí mismo es bueno y que la mejor manera de hacerlo es colectivamente integrándose como parte del sistema y para ello el contenedor es el punto de encuentro. Ello va en paralelo, como contrapartida, con que el servicio ha de ser de calidad y los ayuntamientos han de estar encima del mismo. Intentar vender a la población que tal o cual sistema es mejor porque te devuelve dinero o porque evita residuos determinados en las calles, parques o playas, no es más que un argumento torticero para romper la cadena del reciclaje, fomentando otro tipo de negocios, con unos resultados no contrastados por si mismo, en cuanto a cantidades de residuos evitados que van a los vertederos. Este tema será tratado en profundidad próximamente en otro artículo específico.

Contenerización: Es una clave esencial para el éxito del reciclaje y de la separación en origen. Según estudios realizados desde 1988 en Estados Unidos y desde 2004 en España, se concluye que la disposición de contenedores en número suficiente en las calles y/o con una frecuencia adecuada en la recogida de las bolsas, incrementa la participación ciudadana. Los contenedores tienen que formar parte del paisaje urbano, deben estar bien conservados y a las autoridades locales y vecinos no deben importarles el tema de ocupación de espacios en las aceras o calles, sino ver el lado positivo desde el punto de vista ambiental. Por desgracia, algunos se dedican a desmontar argumentos como estos en un momento, sin contemplar el daño que causa, no sólo al sistema, sino al medio ambiente en general, y no tienen en cuenta lo que cuesta recuperar la conciencia de la población frente al reciclaje cuando ésta ha sido intoxicada.



Fuente: www.ecoembes.es

Costes aparentemente menores: El sistema de separación en origen es fácilmente promocionable cuando el ciudadano tiene una repercusión lo más baja posible del coste del sistema. Así, por ejemplo, cuando compramos un producto envasado con el logo del punto verde, estamos pagando su tasa de reciclaje y esto sólo sale más barato que la gestión de la basura en masa con su tasa municipal, cuando se realiza de forma correcta la separación en origen y disposición en el contenedor. Calidad y cantidad priman en la economía y eficiencia del sistema, cosa que no ocurre con los sistemas incentivados de devolución, que la final le salen mas caros al ciudadano cuando se analizan los números en su conjunto. El verdadero incentivo económico para el ciudadano sólo existirá si los servicios de reciclaje ofrecidos son más baratos que el servicio de recogida de la fracción resto o de otros sistemas.

Constancia: Los hábitos de separación de la ciudadanía no deben decaer y sobre todo, hay que hacer una labor educativa dentro de la propia familia, para que el programa continúe sin cambios. Está socialmente estudiado que cuando se interrumpe el hábito de separación y no se informa regularmente del objetivo, son necesarios unos grandes esfuerzos para reeducar y reinteresar a los ciudadanos. Los mensajes deben ser claros y contundentes apoyándose en campañas atractivas, enlazando este concepto con lo expuesto al principio de este escrito.

Frente a la marea de números, discusiones bizantinas sobre sistemas, criticas al reciclaje actual, en fin, comentarios de todo tipo sobre contenedores, frecuencias de recogida, beneficios de uno u otro sistema...., debe prevalecer en este día la idea fundamental que reciclar es preservar los recursos naturales y es convertir, por tanto, el residuo en un recurso; es una participación colectiva de la sociedad con un coste asumible frente al gran beneficio ambiental que se genera.

Que todos los días del año sean el Día del Reciclaje.