El alumno del Máster en Gestión Sostenible de los Residuos, Alberto García, nos cuenta como ha sido su experiencia como cooperante en Costa Rica.
En el momento de partir de Madrid los nervios empezaron a
extenderse por mi cuerpo, iba a vivir casi tres meses en un país que no era el
mío en el cual no conocía a nadie. Pero eso desapareció rápidamente; nada más
llegar ya me empapé de esa generosidad innata de los y las costarricenses, y me
sentí como uno más de la gran familia que forma la AECID (Oficina Técnica de Cooperación en Costa Rica).
La segunda semana hubo
cambios, ya que pasé a trabajar en las oficinas centrales del Instituto
Costarricense de Electricidad (ICE), y por suerte encontré una habitación para
alquilar a sólo 5 min de la oficina...una hora y media de transporte desde mi
primer piso era demasiado. Lo que encontré en estas oficinas fue un equipo de
12 personas responsables de planificación de proyectos con una alta experiencia
en el sector de la electricidad, y concretamente en el tema de biodigestión, y
además con un gran apetito por la buena comida.
Rápidamente absorbí todo
aquello que era nuevo para mí (todo), y con las enseñanzas de mis compañeros
junto con las visitas a las granjas del estudio, me hice una idea del trabajo
que tenía que realizar. Tuve que medir el impacto ambiental, económico y social
que había producido la instalación y funcionamiento de dos biodigestores en dos
granjas, una avícola y otra porcina. Y así fue... entre la recopilación de la
información y la redacción del informe se pasaron las semanas como días.
En cuanto al país, no creo que mis palabras hagan justicia
de la belleza de sus volcanes o playas, de sus montañas y valles, de sus
humedales kilométricos o de la gran biodiversidad de especies que forma parte
de su seña de identidad. Esto es algo que me sorprendió. En España, si caminas
por el campo puedes ver conejos, aves y si tienes suerte algo más grande. Allí
es totalmente diferente, si te paras unos minutos en el límite de la jungla, ya
estás viendo perezosos, cuatro tipos de mono diferentes, mariposas de todo topo
de tamaños y colores, guacamayos…
En resumen, he aprendido mucho de esta experiencia tanto
profesional como personalmente, y en mi opinión es algo que debería hacer todo
el mundo. Vivir en otro país te abre la mente y te hace darte cuenta que no
somos el ombligo del mundo, como muchos creen.
Por último dar las gracias a los compañeros del ICE por su
gran ayuda, a mis tutores de AECID en Costa Rica (Carlos Díez y Juan Enrique
García), y a Belén Vázquez por su apoyo antes, durante y después de esta gran
experiencia.
Alberto García Sánchez
V Promoción Máster Gestión Sostenible de los Residuos