Promocionar y apostar por una alimentación más sostenible y respetuosa
con el medioambiente que dé prioridad al consumo de productos vegetales frente
a los de origen animal y basada en mercados locales, son las claves en las que
se basa una alimentación sostenible.
Se calcula que entre un 35% y un 40% del CO2 que afecta al
cambio climático y la contaminación procede de la producción y el consumo de
alimentos, de ahí que sea crucial transmitir a la sociedad sobre la importancia
de una dieta sostenible.
La alimentación sostenible, además de ser respetuosa con el medioambiente, promueve la solidaridad con los agricultores, ganaderos, pescadores y productores de alimentos del entorno geográfico más cercano.
Se trata por tanto de concienciar de que la alimentación constituye un pilar fundamental en el cuidado ecológico, y un uso sostenible de la misma aportará grandes cambios frente a próximas generaciones. Para ello os dejamos una serie de consejos para poner en práctica:
- Basa tu alimentación en productos de origen vegetal. La producción de alimentos de origen animal tiene un gran impacto medioambiental, concretamente es responsable del 51% de las emisiones de los gases de efecto invernadero.
- Planifica la cesta de la compra y no adquieras alimentos en exceso que luego no puedas consumir.
- Compra producto de temporada y locales. Al ser de temporada su precio será más económico y justo. Por otro lado, al comprar a proveedores locales estarás contribuyendo positivamente en tu entorno social, favoreciendo el desarrollo económico de tu comunidad.
- Procura hacer la compra en las tiendas de tu barrio, a pie. De nuevo, contribuyes así al desarrollo económico y social de tu entorno, a la vez que reduces el impacto ambiental al no utilizar vehículos.
- Evita los envases superfluos, compra a granel y escoge preferentemente aquellos productos que hacen un uso responsable del embalaje.
- Si compras productos envasados, procura que provengan de empresas con prácticas sostenibles.
- Disminuye la producción de desperdicios y aprovecha todo lo aprovechable.
- Congela los alimentos perecederos que no vas a utilizar para que no se pongan malos y tengas que tirarlos.
- Haz un uso responsable del agua. Destina la cantidad precisa para limpiar los vegetales, utiliza el agua en su justa medida para cocinar o reutilizar los caldos para hacer otros platos.
- Recicla el aceite doméstico usado en frituras y asados, el de alimentos enlatados... Con esta sencilla acción se evita el alto poder contaminante de este residuo, y sirve para elaborar productos ecológicos como biodiesel o jabones.
Y, por supuesto, no olvides reciclar la basura que produces.
Separa los materiales: orgánicos, papel y cartón, vidrio, y restos de envases
(plásticos, latas, bricks). Con estos consejos conseguiremos poner nuestro
granito de arena para cuidar el medio ambiente porque los pequeños gestos suman
y el futuro del planeta está en nuestras manos.
Fuentes: canarias7.es, dietistasnutricionistas.es, revista.consumer.es