jueves, 6 de octubre de 2016

La importancia de la responsabilidad compartida clave para lograr una Economía Circular: consumo y gestión de RAEEs

Vivimos en un mundo donde la tecnología está en constante evolución. Ninguno de nosotros podría vivir ahora sin un ordenador, el  móvil, la nevera, o la lavadora, por ejemplo. Esa necesidad de tener lo último en tecnología nos invade y hace que, aunque muchas veces no sea necesario, cambiemos de móvil o de televisión porque ha salido un nuevo modelo mejorado y con más posibilidades. El problema de todo esto es la generación de la llamada basura electrónica o RAEEs (residuos de los aparatos eléctricos y electrónicos) que se está incrementando a nivel mundial. La prevención, reutilización y reciclado de estos productos es necesaria si queremos encaminarnos hacia una Economía Circular real y eficiente.

Aida Fernando, Responsable de proyectos de investigación e innovación de la Cátedra Ecoembes de Medio Ambiente UPM, ha sido entrevistada sobre este tema por el periódico El País. Aquí os dejamos la entrevista completa.


  
¿Es la basura electrónica la 'basura del futuro'?

Yo hablaría de la “basura del presente”, y más que basura, diría “residuo del presente”, ya que no dejan de ser materiales que han dejado de cumplir su función principalmente porque su poseedor ha decidido desprenderse del aparato que componen, sin embargo, estos materiales o componentes apenas han sufrido modificaciones. Este concepto diferenciador es muy importante, ya que realmente se trata de materias primas secundarias, al igual que si hablamos de residuos de envases, de papel-cartón, de vidrio, de aceite, de ropa, etc.

El macroconsumo de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) es una realidad vigente, especialmente en aquellos ligados a la información y comunicación o también llamados de línea gris. Se habla mucho de la obsolescencia programada de los AEE, es decir, la programación de la vida útil de estos equipos por los fabricantes, sin embargo, la rápida evolución de la tecnología y el efecto de las tendencias y modas hacen que frecuentemente se desechen dichos equipos sin que hayan completado su vida.

Los datos apuntan a que dicho consumo, y por tanto la generación de RAEEs está incrementado significativamente a nivel mundial. Según un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas, durante el año 2014 se registraron casi 42 millones de toneladas de este tipo de residuos de los cuales se podrían extraer cerca de 52.000 millones de dólares en recursos potencialmente reutilizables.

Con el fin de contrarrestar dicho efecto la política de la Unión Europea ha desarrollado normativa específica para este tipo de residuo. La reciente Directiva 2012/19/UE sobre RAEEs orientada a regular la gestión de estos residuos sustituye a la anterior Directiva 2002/96/CE, incorporando aspectos como la prevención de la generación de RAEEs y el fomento de la preparación para la reutilización incorporando indicaciones para avanzar en diseños de AEE que faciliten su reparación, reutilización y reciclado. Además, dicha Directiva recoge en sus objetivos la obligación de los Estados Miembros de incrementar la recogida separada de estos residuos y alcanzar, a partir del 2019, un índice de recogida mínimo anual del 65% del peso medio de los AEE introducidos en el mercado por Estado Miembro.

Para lograr estos índices de recogida y lograr un sistema de gestión en el que la prevención, la preparación para la reutilización y el reciclado sean los protagonistas es necesario que todos los agentes implicados tomen conciencia, y cumplan cada uno con sus responsabilidades. Hablo tanto de los productores de los AEE, como de las Administraciones Públicas, de las empresas gestoras y de los consumidores. Para ello la información clara y precisa es imprescindible. El consumidor, como primer eslabón de la cadena, debe conocer la importancia de la recogida separada de estos residuos y de que servicios dispone para poder entregarlos correctamente.

¿La basura electrónica está cada vez más en las conversaciones y actuaciones sobre reciclaje?

En la Cátedra Ecoembes Medio Ambiente UPM trabajamos principalmente con los residuos de recogida separada de envases ligeros (contenedor amarillo), de papel-cartón (contenedor azul) y residuos eliminados en la fracción resto, sin embargo, a menudo acudimos a diferentes foros nacionales e internacionales sobre el sector, y podemos decir que efectivamente, los RAEEs no solo están presentes en dichos foros sino que se conocen nuevas empresas, nuevas fundaciones y organizaciones destinadas a su recogida y tratamiento (reparación para reutilización o reciclado).

¿Qué riesgos tiene no darle un tratamiento adecuado?

En general, el principal riesgo es la pérdida de numerosos materiales, aptos para su retorno al ciclo productivo tras un proceso más o menos complejo de separación y reciclado, o de preparación para la reutilización. Este hecho es muy importante ya que en Europa somos importadores de numerosas materias primas presentes en estos productos (sobre todo metales), con lo que contribuiría significativamente en la economía circular de los Estados Miembros.

Los RAEEs que salen fuera de dicho sistema de gestión, además de perder el retorno de los diferentes materiales, se pierde su trazabilidad. Esto significa que se deja de controlar quien los recoge, donde se depositan, quien y como los manipula y que uso se hace de ellos. Surgen los problemas de la contaminación ambiental, salud humana y mercados clandestinos en terceros países trasladando los problemas de salud y contaminación ambiental.

¿Ha de cambiar también la concienciación sobre el reciclaje incidiendo en este tipo de residuos?

Efectivamente, como sociedad de consumo tenemos la necesidad y la responsabilidad de evolucionar en la gestión de los residuos que generamos casi tan rápido como evolucionan nuestros hábitos de consumo. Se trata de una necesidad económica, ecológica y social. La evolución en los últimos 20 años ha sido notable, sin embargo aún queda mucho por hacer. En particular con los RAEEs, desde la primera Directiva en el 2002 (Directiva 2002/96/CE), se ha desarrollado un tejido de organizaciones gestoras bastante importante pero todavía quedan numerosos problemas por resolver y no queda más remedio que invertir recursos en ello si realmente se quiere alcanzar los objetivos y lograr una verdadera Economía Circular.