Los residuos son el símbolo de la ineficiente sociedad moderna y su deficiente gestión de los recursos. Se ha estimado que la generación total de residuos mundiales alcanza los 11 mil millones de toneladas por año. Si colocáramos estos residuos en camiones de 2,5 toneladas darían 300 vueltas alrededor del ecuador. Por otro lado, se están explotando los recursos naturales agotando sus reservas para satisfacer la demanda del mercado actual. A escala global, en torno a 120 – 130 mil millones de toneladas de recursos naturales se están consumiendo para generar de 3,4 a 4 mil millones de toneladas de residuos municipales (Giljum y col. 2008; Chalmin and Galliochet, 2009). Por lo tanto, la generación de residuos consume recursos naturales, energía y agua, además de generar graves problemas ambientales.
La gestión de residuos se convirtió en una prioridad cuando la sociedad cambió de rural a urbanita, con una densidad de población mayor. Ahora, cuando vemos cercano el problema del agotamiento de los recursos naturales, la sociedad y sus gobiernos se han replanteado sus sistemas de tratamiento de residuos. Los términos “residuo cero” y “economía circular” comienzan a escucharse con fuerza. Se está gestando un cambio en nuestro sistema de consumo, dónde antes se veían residuos ahora se ven oportunidades. Dice un refrán anglosajón “one person’s trash is another person’s treasure”.
El término “residuo cero” fue utilizado por primera vez por el Dr. Paul Palmer en 1973 para recuperar los recursos de los residuos químicos. En un sistema de cero residuos, el flujo de materiales es circular. Así, cuando un consumidor ya no quiere un producto o está estropeado este se puede reutilizar, reparar o vender de segunda mano y si alguna de estas cosas no fuera posible, se pueden reciclar obteniendo materiales que pueden ser usados para la fabricación de nuevos productos.
Pese a que la sociedad y los gobiernos quieren impulsar este cambio en nuestra forma de consumir, pasar de una economía lineal (consumir y tirar) a una circular no es nada sencillo. Es por tanto necesario no sólo un cambio de mentalidad, sino también la formación de nuevos profesionales que impulsen este cambio desde el corazón de la gestión de residuos.