Entre el pasado 17 y el 20 de octubre tuvo lugar en Quito
(Ecuador) la cumbre Hábitat III, en lo que supuso la tercera edición de una
serie de reuniones de carácter global -convocadas por Naciones Unidas cada
veinte años- en las que se intenta predecir y planificar el desarrollo urbano
en el que estamos inmersos y las posibilidades de hacerlo sostenible a través
de un documento denominado Nueva Agenda Urbana. Más de 50.000 personas se
dieron cita en la capital ecuatoriana, superando ampliamente la participación
de las cumbres predecesoras (a Vancouver´76 acudieron 6.000 personas y en
Estambul´96 hubo 10.000 participantes).
A nivel planetario, las ciudades ocupan actualmente tan solo
el 2% de la superficie terrestre. Sin embargo, la mitad de la población vive ya
en asentamientos urbanos (en 2040 será el 70%) y es en las urbes donde se
genera el 75% de los gases de efectos invernaderos. La base sobre la que se
fundamentan todos los debates adheridos a esta cumbre está en cómo encajar la
definición de “desarrollo sostenible” en un sistema adecuado de equilibrio
urbano-rural. Actualmente la mayoría de progresos humanos se explotan y
muestran en las ciudades en base a recursos extraídos de zonas rurales,
produciendo de un modo indirecto graves problemas de desigualdad económica,
social e incluso humanitaria.
La conferencia Hábitat III se llevó a cabo por iniciativa y
petición de la Asamblea General de Naciones Unidas y, aunque las medidas propuestas
no son vinculantes, son los propios Estados los que deben encargarse de que los
objetivos establecidos lleguen a buen puerto. Son precisamente los Estados miembros
de las Naciones Unidas los que se encargan de consensuar la Nueva Agenda Urbana,
un documento de 175 párrafos en el que se dan las principales claves y
directrices para que las ciudades se conviertan en entornos sostenibles y
amigables para el ser humano y los ecosistemas circundantes.
Joan Clos, secretario general de Hábitat III y exalcalde de
Barcelona, explica que “no hay que temer el proceso de urbanización. Más que
poner un muro frente a él, nosotros lo que queremos es guiarlo, crear un nuevo paradigma
de urbanización. Sabemos que durante los últimos 20 años, no se han encarado lo
suficientemente bien los problemas de la sostenibilidad ambiental y hay
cuestiones muy importantes por tratar”. Efectivamente, los asentamientos
urbanos desarrollados mayoritariamente en el siglo XXI no son el mejor ejemplo
de ciudad sostenible con su entorno. En las últimas dos décadas, la superficie
urbana ha crecido en una proporción cinco veces mayor que sus habitantes. Las
ciudades han perdido densidad y, con ello, han aumentado los costes de
transporte, producción, ocio y derivados. Por esta y otras razones de peso, los
principales objetivos de la Nueva Agenda Urbana se fundamentan en varios de
estos pilares:
- Garantizar el acceso a los servicios básicos (vivienda, agua potable, alimentación, sanidad, educación, etc.) para todos los ciudadanos, con una total igualdad de oportunidades, sin ningún tipo de discriminación y considerando especialmente las necesidades de mujeres, personas con discapacidad y grupos marginados. Además, se respetarán plenamente los derechos de los refugiados y personas desplazadas independientemente de su situación migratoria.
- Buscar ciudades más limpias a través de las energías renovables, con un transporte público más dotado, mejor conectado y más cercano a la ciudadanía. Se confirmarán a nivel local y autonómico los acuerdos de París sobre el clima alcanzados en la COP21 y se alinearán los objetivos respecto a los ya establecidos de reducción del calentamiento global.
- Estudiar el impacto de desastres naturales en las ciudades para aumentar su resiliencia y mitigar los efectos de los mismos mediante una adecuada planificación y unas infraestructuras de más calidad.
- Asegurar la interacción humana en los espacios públicos y hacerlos más accesibles.
Como suele suceder en los encuentros de esta naturaleza, la
presencia de líderes políticos, cabezas pensantes y trabajadores de diversos
sectores, no garantiza el cumplimiento de los objetivos que se hayan acordado. El
principal problema de la realización del programa de Hábitat III puede estar en
la falta de un marco de seguimiento; no existe ningún tipo de indicador que a
lo largo de los próximos veinte años pueda dar pistas sobre el grado de
consecución de los objetivos. Todos los gobiernos, administraciones locales y
profesionales del sector urbanista deben implicarse en las principales
discusiones de debate.
De cara a la cumbre Hábitat IV (Nueva York´36), el reto que
se plantea es de enormes proporciones. Los gobiernos centrales, en base a las
ideas y criterios establecidos en la Nueva Agenda Urbana, deben delegar la
gestión de las ciudades a este nivel en las administraciones locales y
autonómicas; éstas podrían abogar por una mayor interacción y cooperación entre
ciudades de cara a desbloquear fuentes de financiación para infraestructuras y
“acciones verdes”, de tal modo que los objetivos de desarrollo sostenible
queden más cercanos a los deseados.
El convencimiento de una ciudad perfectamente asentada e
integrada en su entorno pasa por una implicación absoluta a todos los niveles
en el cumplimiento de la Nueva Agenda Urbana. En una era marcada por el cambio
continuo y por una nueva revolución tecnológica, los principios de
sostenibilidad deben quedar claramente marcados y fundamentados en un documento
que permita conciliar el progreso urbano con el respeto al planeta.
José Manuel Portas
Técnico de Residuos Cátedra Ecoembes