Tal y como se puso de relieve en el 13º Congreso Nacional de
Medio Ambiente (CONAMA), celebrado recientemente en Madrid, uno de los mayores
retos ambientales a los que nos enfrentamos en la actualidad son las basuras
marinas. Un problema que afecta a todos los países en mayor o menor medida.
Uno de los orígenes de estos residuos procede del
desmantelamiento de buques y embarcaciones de recreo al final de su vida útil.
Tanto los buques como las embarcaciones contienen materiales fácilmente
reciclables como el acero, la madera o la fibra de vidrio, así como residuos
peligrosos.
La Ley de Residuos y Suelos Contaminados 22/2011, incluye en
la definición de residuo doméstico los vehículos abandonados, ya que están
catalogados como residuo peligroso en la Orden MAM /304/2002, pero no se
incluyen las embarcaciones. Este vacío legal tiene múltiples consecuencias como
la falta de definición de competencias en caso de abandono de la embarcación o
varamiento sin posibilidad de identificar al dueño. Del mismo modo, sólo unas
pocas instalaciones en algunas Comunidades Autónomas tienen los permisos
legales necesarios para funcionar en condiciones apropiadas desde el punto de
vista ambiental y de seguridad laboral, que permitirían gestionar todos los
barcos pesqueros y pequeños buques que dejaran de estar en activo a corto y
medio plazo.
En 2013 el Parlamento y el Consejo de la Unión Europea
aprobaron el Reglamento 1257/2013 relativo al reciclado de buques con el objeto
de prevenir, reducir al mínimo y, en la medida de lo posible, impedir
accidentes, lesiones y otros efectos adversos en la salud humana y el medio
ambiente provocados por esta actividad. Además, se perseguía la correcta
gestión de los residuos peligrosos que contiene el buque. El ámbito de
aplicación del reglamento son aquellos buques que enarbolen el pabellón de un
Estado miembro con excepción de los buques de guerra, auxiliares de la armada,
aquellos que estén dedicados a servicios públicos de carácter no comercial, los
buques de arqueo inferior a 500 toneladas de arqueo bruto (GT) y aquellos que
durante su vida útil operen solo en aguas sujetas a la soberanía o jurisdicción
del Estado miembro cuyo pabellón enarbole el buque.
Esta normativa, un avance importante en el reciclado de
buques, no es de aplicación para un elevado porcentaje de la flota española, como
es el caso de pequeños pesqueros, cargueros, areneros, dragas y otros barcos
similares, barcos militares, etc.
Por ello, el Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del
Territorio del Gobierno Vasco, en 2015, financió un proyecto innovador en el
marco de la economía circular, Itsasrecycling, en el que se hacía una propuesta
para desguazar todos los buques al final de su vida útil basándose en los
requisitos del Reglamento 1257/2013, aunque no estuvieran en su ámbito de
aplicación.
Los materiales que conforman las embarcaciones son de
diversa naturaleza, dependiendo principalmente del tipo de embarcación. En el
caso de las embarcaciones de recreo cabe destacar la fibra de vidrio en
resinas, exposi y poliéster, que proviene principalmente del casco y la
cubierta, así como de determinados apéndices; la madera que forma parte de
elementos estructurales, cascos y elementos de interior como los muebles; y el PVC
procedente de elementos como el cableado, soportes, etc. Además hay elementos
metálicos de distintas composiciones y calidades, materiales textiles, sobre
todo asociados al mobiliario y el interior de la embarcación, y aparatos
eléctricos y electrónicos, entre otros.
Todos estos elementos deberían ser tratados por un gestor
autorizado para favorecer su valorización tanto material, que en muchos casos
tienen un gran potencial reciclador, como energética.
Por otro lado, destacar los componentes contaminantes, las
embarcaciones pueden contener combustibles, aceites, fluidos hidráulicos,
filtros de los motores, baterías, etc. Estos elementos, altamente contaminantes
si no son gestionados correctamente, tendrían como medio de dispersión el mar, caracterizado
por una elevada dificultad de descontaminación, o el propio suelo desnudo.
Por todo ello, parece vital, por lo menos a nivel estatal,
desarrollar una normativa específica destinada a regular el diseño, la
construcción, el funcionamiento y la preparación de las embarcaciones para
facilitar un reciclado seguro y respetuoso con el medio ambiente. Asimismo, se
debería regular el funcionamiento de las instalaciones de reciclado, certificando
unas prácticas seguras a nivel ambiental.
Alicia Aldea Pozas
Cátedra Ecoembes UPM
Fuente: Documento preliminar del grupo de trabajo GT-16 Basuras marinas. Conama 2016