El pasado mes de febrero el senado francés aprobó por
unanimidad una ley contra el despilfarro alimentario; 6 meses más tarde el
senado italiano hizo lo propio promulgando una ley contra el derroche de los
alimentos y a favor de su donación para fines sociales.
Tanto la pérdida como el desperdicio alimentario, hacen
alusión a la merma en las etapas sucesivas de la cadena de suministro de alimentos
destinados al consumo humano. Hablamos de pérdida de alimentos cuando éstos se
estropean antes de llegar a su fase de producto final o a la venta minorista,
mientras que el desperdicio se refiere a alimentos que, siendo aptos para el
consumo humano, no se consumen porque se deja que se estropeen o son
descartados por minoristas o consumidores.
Las causas de la pérdida de alimentos son múltiples y
variadas como por ejemplo problemas relacionados con la recolección,
almacenamiento y almacenaje, transporte, infraestructura, mecanismos de
mercado, precios, etc.
EL DESPILFARRO EN CIFRAS
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (FAO) estima que un tercio de los alimentos producidos para el
consumo humano se pierde o se desperdicia, lo que equivale a 1.300 millones de
toneladas al año, que ocasionan la emisión a la atmósfera de 3.300 millones de
toneladas de gases de efecto invernadero.
Sólo en Europa 29 millones de toneladas de productos lácteos
se pierden o desperdician cada año, el 8% del pescado capturado mundialmente
luego es devuelto al mar en estado moribundo. De los 263 millones de toneladas
de carne de vacuno producido mundialmente, alrededor de un 20% se pierde o
desperdicia, el equivalente a 75 millones de vacas. Pero sin duda, las frutas y
hortalizas son las verdaderas reinas del despilfarro, casi la mitad de todas
las frutas y hortalizas del mundo se desperdician.
IMPACTO DE LA PÉRDIDA DE ALIMENTOS
La pérdida de alimentos tiene repercusiones negativas en el
alivio de la pobreza, la nutrición mundial e incluso el crecimiento económico
lo cual dificulta la consecución de los objetivos del milenio fijados por la
ONU.
La merma en los alimentos representa un desperdicio de los
recursos e insumos utilizados en la producción de los mismos, como tierra, agua
y energía, incrementando los residuos generados y por tanto las emisiones de
gases de efecto invernadero.
La magnitud del impacto aumenta con el nivel de
procesamiento y refinado de los productos alimentarios y el eslabón de la
cadena de suministro de alimentos en el que estos se pierden o desperdician.
Por lo general, las pérdidas pequeñas se asocian con una mayor eficiencia en el
suministro de alimentos y, a la larga, con un reciclado de recursos más
efectivo, menos necesidades de almacenamiento, distancias de transporte más
pequeñas y una utilización energética menor. Sin embargo, las soluciones para
reducir las pérdidas suelen suponer un mayor uso energético, sobre todo en la
conservación de los productos alimentarios. Por supuesto, desde un punto de
vista medioambiental, los impactos negativos de las medidas para reducir las
pérdidas y los desperdicios de alimentos deberían ser menores que los
beneficios.
¿Y EN ESPAÑA?
España ocupa la séptima posición como país más derrochador
de alimentos de Europa, y los hogares constituyen el 42% de este derroche,
seguidos por la industria de la alimentación.
El año pasado, los españoles tiraron a la basura 1.325,9
millones de kilos de comida. Las
primeras víctimas son los productos frescos, que suelen terminar en el cubo
por olvido o falta de organización.
INICIATIVAS CONTRA EL DESPILFARRO
La reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos
atrae un creciente interés y suscita actuaciones a nivel mundial. Gobiernos,
instituciones de investigación, productores, distribuidores, minoristas y
consumidores, tienen enfoques diferentes sobre el problema, sus soluciones y la
capacidad de realizar cambios. En este contexto la FAO actúa como mediador
promoviendo iniciativas como Save Food.
La FAO y Messe Düsseldorf lanzaron la Iniciativa Save Food en
la feria internacional de la industria del envasado Interpack2011, que se
celebró en Düsseldorf (Alemania). El programa global reposa en cuatro pilares
principales:
- Colaboración y coordinación de iniciativas mundiales para reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Save Food ha establecido una alianza global con organizaciones públicas y privadas y compañías activas en la lucha contra las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Para desarrollar, planificar e implementar intervenciones y recursos de forma eficiente es imprescindible que todas las iniciativas estén bien coordinadas de manera que todos los participantes sepan qué está ocurriendo en el mundo; se compartan información, problemas y soluciones; y se armonicen metodologías, estrategias y enfoques.
- Aumentar la sensibilización sobre el impacto y las soluciones de las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Esto es posible mediante la realización de campañas de comunicación y publicidad, la divulgación de los hallazgos y resultados de la Iniciativa Save Food y la organización de congresos regionales Save Food.
- Investigación en políticas, estrategias y programas para reducir las pérdidas y los desperdicios de alimentos. Esto incluye la realización de una serie de estudios nacionales y regionales para analizar las causas de las pérdidas de alimentos y soluciones viables. La Iniciativa Save Food también dirige estudios sobre los impactos socioeconómicos de las pérdidas y los desperdicios de alimentos y sobre los marcos políticos y normativos que les afectan.
- Apoyo a proyectos para que los sectores público y privado piloten e implementen estrategias de reducción de pérdidas de alimentos.
El enfoque SAVE FOOD trabaja en un marco internacional como
son los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los próximos objetivos de
desarrollo sostenible, la Agenda Post-2015 y el Reto del Hambre Cero.
En Europa, el Parlamento Europeo estableció el 19 de Enero
de 2012 en su “Resolución sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos”
estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE, en la
que insta a los Estados miembros y a los agentes de la cadena agroalimentaria a
que aborden urgentemente el problema de las pérdidas y el desperdicio de
alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro y de consumo y formulen
directrices sobre vías de mejora de la eficiencia de la cadena agroalimentaria
sector por sector y las apoyen, y les instan a que incluyan esta cuestión como
prioritaria en la agenda política europea; pide a la Comisión, en este
contexto, que fomente el conocimiento de los trabajos en curso tanto en el Foro
de Alto Nivel sobre la Mejora del Funcionamiento de la Cadena Alimentaria como
en la Mesa Redonda Europea sobre Consumo y Producción Sostenible, también en lo
referente a las recomendaciones acerca de cómo combatir las pérdidas y el
desperdicio de alimentos.
Además como vimos anteriormente en este año 2016, algunos
países europeos están promoviendo un marco legislativo para tratar de reducir
el despilfarro alimentario.
En España el MAGRAMA ha desarrollado la estrategia “Más
alimento, menos desperdicio” en la que fija un programa para la reducción de
las pérdidas y el desperdicio alimentario y la valorización de alimentos
desechados.
En todas estas iniciativas, el consumo en los hogares juega
un papel fundamental. Desde esta perspectiva existen diversas medidas que
pueden tomarse como una mejor planificación del menú semanal, el consumo de los
alimentos que lleven más tiempo comprados, no guiarse sólo por la apariencia de
los productos, aprovechamiento de las sobras, etc.
En definitiva la pérdida de alimentos es un asunto que debe
ser prioritario en la agenda mundial ya que está relacionado con los grandes
retos que afronta la humanidad en la actualidad: el hambre y la desnutrición, el
cambio climático y la generación de residuos.
Las estrategias deben ser globales y multisectoriales porque
todos implicados son parte del problema y de su solución.
Nur Khalil Perea
Cátedra Ecoembes UPM