Investigadores de universidades y empresas de todo el mundo transforman los residuos cerveceros en biocombustibles con diversas tecnologías. Sus ventajas económicas y medioambientales son dobles. Por un lado, se da un valor a estos desechos y se evita su costoso tratamiento como agua residual. Por otro lado, es menos contaminante que los combustibles convencionales y se puede producir en cualquier parte. Algunas empresas ya lo utilizan, e incluso, se comercializan sistemas para hacerlo en casa, aunque todavía son caros.
De residuo cervecero a biocombustible
En España, investigadores de la Universidad de Cádiz, dirigidos por el profesor José Manuel Igartuburu, han creado un proceso, en fase de laboratorio, que podría generar biocombustibles, e incluso, alimentos funcionales o cosméticos. Su objetivo ahora es desarrollar una planta piloto en alguna industria cervecera cercana.
En Australia, un equipo de la Universidad de Queensland experimenta desde hace varios años con los desechos líquidos de una conocida marca de cervezas de este continente. Los científicos, dirigidos por el profesor Jurg Keller, utilizan una "célula de combustible microbiana", una batería con bacterias que, al digerir el azúcar, almidón y alcohol del residuo, producen electricidad y agua limpia.
Un equipo de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) colabora con el productor de una conocida cerveza estadounidense de origen checo. Sus responsables, los investigadores Largus T. Angenent y Jeffrey J. Werner, estudian las bacterias de los residuos cerveceros para producir gas metano como combustible (un biorreactor). Para ello, han estudiado 400.000 secuencias de genes de estos residuos.
La Universidad de Abertay Dundee (Reino Unido) cuenta con un equipo que investiga cómo transformar los residuos de las industrias de la cerveza o el whisky en bioetanol, el alcohol que sirve como combustible.
Estos biocombustibles, al ser de segunda generación, tienen otra ventaja frente a sus predecesores: su producción no sustituye cultivos de alimentos. Hace cinco años, el elevado incremento del precio de productos agrícolas básicos se achacó en parte a ellos. La propia cerveza sufrió esta situación, cuyo precio se duplicó en algunos lugares por la subida de los cereales. Las críticas se oyeron en Alemania y su famosa Oktoberfest o en China, primer productor y consumidor mundial.
Haz tu propio biocombustible con cerveza
La compañía estadounidense E-Fuel comercializa el MicroFueler, un equipo que transforma los residuos de cerveza en biocombustible y hace las veces de surtidor. Sus responsables, el empresario Tom Quinn y el científico Floyd Butterfield, señalan que es un proceso relativamente simple, que sedimenta la levadura residual para aprovechar su etanol.
El MicroFueler se puede comprar a través de la página web de la empresa, aunque su principal inconveniente es el precio. El modelo más sencillo, el MFC200-001, cuesta unos 7.800 euros. Por ello, los interesados son de momento las propias compañías cerveceras. Una de las principales empresas de este sector en California, con sede en Sierra Nevada, ha instalado varios de estos surtidores en una de sus plantas para sus camiones distribuidores.
Biocombustible de cerveza, un posible negocio
E-fuel no es la única empresa que ha visto una oportunidad de negocio en el "biocombustible cervecero". La compañía alemana BMP Biomasse Projeckt ha creado un sistema para el tratamiento anaeróbico (sin oxígeno) de los residuos de las industrias de esta bebida. Su director técnico, Wolfgang Bengel, recuerda que estas fábricas utilizan mucha energía y, por ello, esta tecnología podría ayudarles a gastar menos, tanto en el proceso de elaboración como en el tratamiento de sus aguas residuales.
En EE.UU., Purpose Energy ha creado una máquina similar para aprovechar el metano mediante un biodigestor anaeróbico. Sus responsables, dirigidos por Eric Fitch, incluso han lanzado una aplicación para iPhone para controlar el proceso. Una empresa cervecera con sede en Burlington ya lo utiliza.
No obstante, estas empresas, al igual que los investigadores universitarios, tienen ante sí un desafío principal: lograr que sus sistemas sean competitivos para generar un biocombustible económico con calidad suficiente.
Fuente: Consumer.es (23/01/2012)