La industria agroalimentaria
produce anualmente millones de toneladas de desechos para los que se debe de
buscar una salida que permita reducir el impacto ambiental que provocan en el
medio ambiente, así como mejorar la competitividad de las empresas. En los
últimos años ha cobrado fuerza la vía de aplicar y desarrollar nuevas técnicas
para sacarles un provecho y obtener un beneficio económico. 'Agrowaste' es un
nuevo proyecto europeo que pretende aportar un valor añadido a los residuos y
subproductos orgánicos (pieles, huesos, cáscaras, lodos de depuración,...) que
se generan a diario en las empresas de productos transformados de frutas y
hortalizas, a través del uso de tecnologías limpias.
Se trata de una iniciativa
liderada por el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura
(Cebas-CSIC), que cuenta con la colaboración del Centro Tecnológico de la
Conserva y la Alimentación (CTC) y la Agrupación de Conserveros y Empresas de
Alimentación de Murcia, Alicante y Albacete (Agrupal).
El proyecto,
que tiene un presupuesto de 1,7 millones de euros y ha recibido para su
ejecución ayudas del programa europeo Life+, se desarrollará
íntegramente en la Región de Murcia durante los próximos tres años. La elección
se debe a su larga tradición en el sector de los transformados de frutas y
vegetales (conservas, zumos,...), así como el potencial que tiene para llevar a
cabo acciones de valorización, desarrollando productos a partir de la gran
cantidad de residuos agroalimentarios que se generan. El proyecto podría
aplicarse en el futuro en otras zonas con características similares a las de la
Región en concentración de industria agroalimentaria.
'Agrowaste' tiene como objetivo
ayudar a las empresas a tomar decisiones sobre la manera más adecuada de
aprovechar y sacar el máximo rendimiento a los restos que resultan de las
frutas y hortalizas procesadas. La idea es que puedan disponer antes de 2014
con una información extensa y detallada sobre las diferentes posibilidades
tecnológicas que tienen para obtener la mayor rentabilidad de sus residuos,
incluyendo estudios económicos y de viabilidad en consonancia con la política
medioambiental de la Unión Europea.
La coordinadora del proyecto y
científica titular del Cebas, Margarita Ros, señala que la primera fase
consiste en la creación de una base de datos con todos los residuos y
subproductos orgánicos que se crean en el proceso de transformación de
vegetales, que incluirá la mayor cantidad de información «para una
caracterización tanto cualitativa como cuantitativa».
Para este fin, se tendrán en
cuenta aspectos como el tipo de residuo o subproducto orgánico, el proceso
agroindustrial involucrado y la estacionalidad y localización por comarcas de
los diferentes restos vegetales considerados. También incorporará una
estimación de los volúmenes generados para cada residuo, de acuerdo con las
fuentes y las condiciones técnicas en las que se producen, además de las
características físicas, químicas y biológicas, y la gestión y métodos de
eliminación utilizados hasta el momento, para los que se valorará el coste
económico, los problemas ambientales y las dificultades técnicas.
De acuerdo a los estudios con los
que trabajan los investigadores, realizados por el CTC y Agrupal, el cardo
(penca, hoja y corazón), la alcachofa (brácteas y tallos) y la naranja para
zumo (piel, cortezas y semillas), con un porcentaje que oscila entre el 60% y
el 65% de restos del total de materia prima procesada, son los que más residuos
generan.
Entre los que menos cantidades
producen se encuentran los brotes de ajo (partes blancas), con un 17%, el
tomate (piel, pepita y podridos), con un 15%, y las espinacas (hojas secas),
con tan solo un 13%.
Otros datos que se tienen en
cuenta son el volumen de agua residual y la cantidad de lodos de depuradora que
generan estos productos durante su elaboración. La alcachofa se encuentra de
nuevo entre las primeras, con una cifra que varía entre los 500 y los 1.600
metros cúbicos de agua residual y de dos a cuatro toneladas de lodos por cada
100 toneladas procesadas. También destaca el melocotón, que produce entre 600 y
900 metros cúbicos y entre 4 y 7 toneladas de lodo (pudiendo llegar hasta las
11), y el pimiento, entre 500 y 900 m3, puesto que, junto a la alcachofa, son
los productos que más se procesan en la Región.
Aunque 'Agrowaste' está dirigido
inicialmente a los productos vegetales transformados, en el futuro se puede
ampliar a otros tipos de residuos.
Herramienta 'on line'
La segunda fase del proyecto
consiste en poner en marcha una base de datos de las tecnologías limpias para
la gestión y valorización de los residuos y subproductos orgánicos. En esta
tarea se recopilarán estrategias, métodos y tecnologías limpias que existan a
nivel de desarrollo científico-técnico. Para ello, se utilizará toda la
información que esté al alcance de los investigadores a través del uso de
meta-buscadores específicos capaces de rastrear tecnologías existentes en bases
de datos de patentes mundiales, noticias, comunicados de prensa, bases
específicas,...
'Agrowaste' contempla el
desarrollo de una herramienta informática 'on line', un sistema de decisión
inteligente (SDI), que permitirá proporcionar soluciones viables a los casos
particulares. Se atenderá a variables como la tipología de los residuos, el
volumen, su estacionalidad, la complementariedad con otros restos, la
localización,... El sistema, una vez analizadas todas las opciones, recomendará
la tecnología más adecuada para aprovechar y dar un valor añadido a los restos
vegetales de acuerdo al caso concreto y específico que plantee cada empresa.
José Antonio Pascual, uno de los
investigadores científicos del Cebas-CSIC que participa en el proyecto, subraya
que, una vez se recopile toda la información, se realizarán demostraciones
piloto a escala de las propuestas más viables «para que los empresarios puedan
comprobar 'in situ' cómo se puede aprovechar los residuos». Las pruebas irán
dirigidas inicialmente a tres sectores: extracción de compuestos de interés,
energía y agricultura, que podrían ampliarse en el futuro.
Las frutas y vegetales contienen
sustancias de gran interés en la producción alimentaria. A partir de sus restos
se pueden extraer, por ejemplo, fibras, compuestos fenólicos o compuestos
aromáticos, que se utilizan posteriormente para el enriquecimiento de zumos,
leche, frutas en conserva... Se trata de una práctica habitual en el sector
alimentario y en el cosmético.
Generar energía
El proyecto también busca mejorar
los métodos para obtener energía, puesto que la digestión anaerobia (DA) de los
restos y subproductos más adecuados, los que seleccione el sistema de decisión
inteligente, permitirá conseguir una mayor cantidad de biogás. Además, el
digestato final (subproducto resultante de la DA) se estabilizará mediante un
tratamiento aerobio (compostaje) para su aprovechamiento en la agricultura,
puesto que se puede utilizar como enmienda orgánica de suelo en diferentes
cultivos, como sustituto parcial o total de la turba como sustrato de cultivo
en semillero e incluso como biofertilizante, biopesticida o bioestimulante.
El investigador resalta que la
inversión en métodos para aprovechar los residuos conlleva un importante ahorro
económico. También señala que la idea del proyecto es que, según el tamaño de
las empresas, se puedan compatibilizar varias tecnologías limpias en una de
gran potencial, así como que varias pequeñas puedan colaborar entre sí
encargándose cada una de una técnica en concreto.
«El sistema lógico de trabajo es
una gestión integral de los residuos, que consistiría en que al producirse el
residuo de las frutas y hortalizas procesadas, se extraen en primer lugar los
compuestos de interés para la alimentación. Después, lo que queda se aprovecha
para obtener biogás. Una vez que ya no produce más energía, la cantidad
restante se somete a una bioestabilización aerobia para utilizarla como
enmienda orgánica en el campo o sustrato de cultivo. El objetivo es alcanzar el
residuo cero», explica.
Los responsables del proyecto
tienen previsto realizar numerosas campañas para concienciar a las empresas
agroalimentarias de la rentabilidad económica y la importancia medioambiental
de la valorización de los residuos y subproductos orgánicos que generan. Para ello,
difundirán los resultados alcanzados en el ámbito local a través de la
asociación de conserveros y empresas de la alimentación y mediante la página
web del proyecto.
Fuente: LaVerdad.es (08/05/2012)