El almacenamiento de carbono, en
combinación con fuentes alternativas de energía renovable, podría contribuir a
cambiar la situación imperante en el mercado energético y garantizar un futuro
más próspero para todos gracias a su capacidad para mitigar el impacto que
ejercen los combustibles fósiles tradicionales en el medio ambiente. La idea
del almacenamiento de carbono no es nueva, pues se produce de forma natural y
continua en el medio ambiente. Ahora un equipo de investigadores dirigido por
la Universidad de Nottingham (Reino Unido) ha desarrollado un nuevo material
poroso que presenta propiedades únicas de retención de dióxido de carbono
(CO2). Este material puede utilizarse para reducir la cantidad de CO2 que
recibe la atmósfera. Este trabajo contó con el apoyo del proyecto Coordspace
(«Espacio de la química de la coordinación: extracción, almacenamiento,
activación y catálisis»), financiado con una subvención avanzada (Advanced
Grant) del Consejo Europeo de Investigación (CEI) por valor de 2,5 millones de
euros a través del Séptimo Programa Marco (7PM).
La característica principal de
este nuevo material es su capacidad de absorción de CO2, la cual, en palabras
de los investigadores, podría contribuir al desarrollo de nuevos productos
destinados al almacenamiento de este compuesto y capaces de reducir las emisiones
que se generan en los procesos en los que se queman combustibles fósiles. Este
descubrimiento se enmarca en la continua búsqueda de materiales innovadores
aptos para el almacenamiento de gases.
El profesor Martin Schröder de la
Universidad de Nottingham y director del equipo científico afirmó: «La
estructura imperfecta y única de este nuevo material está relacionada
directamente con sus propiedades de absorción de gas. La determinación y
racionalización de la estructura y la función de este material sólo ha sido
posible gracias a los análisis detallados logrados mediante técnicas de
determinación de estructuras y modelización computacional.» Los descubrimientos
del equipo han sido publicados en la revista Nature Materials.
El entramado de metal orgánico
entrelazado creado por los investigadores se ha denominado NOTT-202a y consiste
en ligandos de tetracarboxilato, una estructura compuesta por una serie de
moléculas o iones unidos a un átomo metálico central que se completa con
centros de indio metálico. Los patrones hexagonales de la estructura,
semejantes a los de una colmena, permiten una absorción selectiva del CO2 y la
circulación libre de otros gases como el nitrógeno, el metano y el hidrógeno.
De este modo sólo las moléculas de CO2 quedan atrapadas en los nanoporos del
material incluso a temperaturas bajas.
El equipo empleó mediciones por
difracción de rayos X por el método de polvo para obtener información sobre las
propiedades únicas de almacenamiento de CO2 del material y se sirvió de la
modelización informática avanzada para un posterior examen en la Fuente de Luz
Diamond de Oxfordshire (Reino Unido).
Fuente: CORDIS.Europa.eu (17/07/2012)